En la obra de teatro "La casa de Bernarda Alba", escrita por Federico García Lorca, uno de los personajes menciona la frase "Bernarda cara de leoparda Magdalena cara de hiena". Esta frase es pronunciada por Adela, la hija menor de Bernarda Alba.
Adela es uno de los personajes principales de la obra y representa la rebeldía y la pasión en contraposición a la rigidez y represión impuestas por su madre, Bernarda. A lo largo de la obra, Adela desafía las normas sociales y se enamora de Pepe el Romano, el prometido de su hermana mayor, Angustias.
La frase "Bernarda cara de leoparda Magdalena cara de hiena" expresa la frustración y el resentimiento que Adela siente hacia su madre y sus hermanas. Utiliza la metáfora animal para describir tanto a Bernarda como a Magdalena, su hermana mayor, utilizando características visuales que denotan ferocidad y maldad.
Este discurso de Adela refleja su descontento con el ambiente opresivo de la casa y su deseo de libertad y liberación emocional. A lo largo de la obra, Adela se convierte en un símbolo de rebeldía y pasión, y su relación con Pepe el Romano se convierte en un elemento central del conflicto narrativo.
La frase "Bernarda cara de leoparda Magdalena cara de hiena" se destaca por su impacto visual y su intención de desafiar y confrontar a Bernarda y Magdalena. Adela utiliza el lenguaje metafórico para expresar su desprecio hacia ellas y la represión que siente en la casa.
En conclusión, Adela es el personaje que dice la frase "Bernarda cara de leoparda Magdalena cara de hiena" en la obra "La casa de Bernarda Alba". Esta frase es una expresión de su frustración y resentimiento hacia su madre y su hermana, y también representa su deseo de liberación y emancipación en un entorno represivo.
La Poncia se acerca a Bernarda con una mirada de preocupación en su rostro y le dice: "Bernarda, debemos hablar".
Bernarda, con su típico aire de superioridad, le responde: "Habla, pero que sea rápido".
La Poncia, con voz temblorosa, le confiesa: "Bernarda, no puedo seguir viviendo así. Me ahogo en esta casa y en esta opresión."
La expresión de Bernarda cambia a una mezcla de incredulidad y desprecio mientras le dice a La Poncia: "¡Calla! No tienes derecho a quejarte. Todas estamos sometidas a las mismas reglas aquí."
La Poncia no se deja intimidar y continúa: "Pero Bernarda, tú eres la que impone estas reglas con puño de hierro. Nos prohibes vivir nuestras vidas y nos sometes a tu tiranía."
Bernarda se levanta de su asiento y mira fijamente a La Poncia: "¿Y qué esperas que haga? Debemos mantener las apariencias, la reputación de la familia. Eso es lo más importante."
La Poncia no se rinde y argumenta: "Pero Bernarda, ¿es realmente necesario? ¿No podríamos ser felices de otra manera?".
Bernarda suspira frustrada y le dice a La Poncia: "No entiendes nada. La única forma de vivir es siguiendo las reglas, sin desviarnos del camino trazado. No hay lugar para la felicidad en este mundo, solo para el deber y la obediencia."
La Poncia comprende que no podrá cambiar la mentalidad de Bernarda y, con un último gesto de desafío, le dice: "Pues yo no estoy dispuesta a vivir encerrada en esta cárcel. Voy a buscar mi propia libertad, aunque eso signifique ir en contra de tus normas."
Con estas palabras, La Poncia desafía a Bernarda y se aleja decidida a encontrar un nuevo camino para sí misma, dejando atrás la opresión y las restricciones impuestas por la sociedad.
La casa de Bernarda Alba es una obra de teatro escrita por Federico García Lorca en 1936. La historia se desarrolla en un pueblo de España y se centra en la vida de la familia Alba. El personaje principal es Bernarda Alba, una mujer dominante y autoritaria que acaba de enviudar y decide imponer un luto riguroso de ocho años en su casa. Bernarda tiene cinco hijas, todas ellas con personalidades distintas y conflictos internos.
La primera hija se llama Angustias y es la única hija de Bernarda con su primer marido. Es una mujer de cuarenta años y heredera de una gran fortuna, lo que la convierte en el objeto de deseo de muchos hombres del pueblo.
La segunda hija se llama Magdalena y es una chica sensible y triste. Siente envidia hacia Angustias porque ella ha conseguido casarse, aunque sea por interés, mientras que Magdalena es soltera y está destinada a permanecer en la casa de su madre durante el luto.
La tercera hija se llama Amelia y es una joven tímida y sumisa. Está enamorada de un hombre llamado Pepe el Romano, pero su madre se opone a la relación ya que considera que Pepe no es lo suficientemente bueno para su hija.
La cuarta hija se llama Martirio y es una mujer amargada y resentida. Observa en silencio todo lo que sucede en la casa y siente celos de su hermana Adela, a quien considera más libre y valiente que ella.
La quinta hija se llama Adela y es la más joven de todas. Es una mujer apasionada, impulsiva y rebeldía. Se siente atraída por Pepe el Romano y está dispuesta a enfrentarse a su madre y a sus hermanas para estar con él.
Además de las hijas, en la casa también vive la madre de Bernarda, una mujer anciana y enferma que se encuentra postrada en una silla de ruedas y apenas puede hablar. Su presencia representa la opresión y la represión que reina en la casa.
Otro personaje importante es Poncia, la criada de la casa. Es una mujer astuta y conocedora de los secretos de la familia. Poncia simpatiza más con las hijas que con Bernarda y juega un papel importante en el desarrollo de la trama.
En resumen, los personajes principales de La casa de Bernarda Alba son Bernarda Alba, Angustias, Magdalena, Amelia, Martirio, Adela, la madre de Bernarda y Poncia. Cada uno de ellos tiene un papel fundamental en la historia y representa diferentes aspectos de la represión y la lucha por la libertad.
La casa de Bernarda Alba es una obra de teatro escrita por Federico García Lorca en 1936, que nos presenta la historia de una familia dominada por la autoridad y la opresión. En esta obra, Bernarda Alba se presenta como el personaje más manipulador.
Bernarda Alba es una mujer dominante y autoritaria, que impone sus reglas y decisiones sobre su familia. Utiliza el poder que tiene como cabeza de familia para controlar a sus hijas y mantener la apariencia de respetabilidad en su hogar. A través de su manipulación, Bernarda Alba logra mantener a sus hijas en constante subyugación y control.
Adela, una de las hijas de Bernarda Alba, es uno de los principales objetivos de su manipulación. Bernarda utiliza diferentes tácticas para reprimir la libertad de Adela y controlar su comportamiento. Por ejemplo, utiliza el miedo al qué dirán para que Adela no se atreva a desafiar su autoridad o a rebelarse contra las normas establecidas. Además, Bernarda Alba también manipula a Adela a través del control económico, negándole el acceso a recursos económicos y limitando así su independencia y autonomía.
Otro personaje que también es víctima de la manipulación de Bernarda Alba es Poncia, la criada de la familia. Bernarda utiliza su posición de poder para obligar a Poncia a espiar a sus propias hijas y transmitirle información sobre sus actividades. A través de esta manipulación, Bernarda Alba logra mantener el control sobre la vida de sus hijas y evitar que se escapen de su dominio.
En conclusión, Bernarda Alba es el personaje más manipulador de La casa de Bernarda Alba. A través de su autoritarismo y control, logra mantener a su familia en constante subyugación y limitar su libertad. Bernarda utiliza diferentes tácticas de manipulación, como el miedo al qué dirán y el control económico, para mantener a sus hijas bajo su influencia y evitar que se rebelen contra ella.
Bernarda responde con un tono de desprecio y rechazo cuando se menciona a Pepe el Romano. Ella muestra su desaprobación y deja clara su postura negativa hacia él. Bernarda considera a Pepe el Romano un hombre indigno de su hija, ya que no cumple con las expectativas familiares y sociales impuestas.
Bernarda se siente disgustada e incómoda con cualquier mención de Pepe el Romano, ya que lo ve como una amenaza para el orden y la reputación de su familia. Ella cree que su hija merece un hombre de mayor estatus y posición social, alguien que se ajuste a los estándares tradicionales y conservadores.
Bernarda se muestra inflexible cuando se trata de Pepe el Romano, no está dispuesta a aceptarlo ni a considerar la posibilidad de una relación entre él y su hija. Ella hace gala de su poder y autoridad para frenar cualquier intento de acercamiento o unión entre los dos. Bernarda no tiene reparos en imponer su voluntad y controlar la vida de su hija, incluso si esto significa negarle la felicidad y la libertad de elegir a su pareja.
En conclusión, la respuesta de Bernarda cuando se menciona a Pepe el Romano es de rechazo absoluto y desprecio. Ella se muestra inflexible y determinada a mantener el control sobre su hija, no permitiendo que nadie que no cumpla con sus estándares entre en sus vidas. Bernarda busca preservar la reputación y la categoría social de su familia, sacrificando la felicidad y la autenticidad de su hija en el proceso.